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Verdadero pánico en la cima de la oligarquía
7 de octubre de 2013 — La oligarquía financiera transatlántica está en estado de pánico, y no por el cierre del gobierno de Estados Unidos, o por la posibilidad de un incumplimiento en la deuda de Estados Unidos si el Congreso no llega a elevar el límite de endeudamiento para el 17 de octubre. Están en pánico por el hecho de que todo el sistema se viene abajo a una velocidad vertiginosa, y no hay nada que puedan hacer al respecto, dentro de los parámetros del sistema actual. Christine Lagarde le dio una entrevista al periódico Financial Times, en la víspera de la reunión de otoño del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), en la cual ella dijo claramente que ésta es una situación de cambio demoledor y de una fragilidad inmensa. Advirtió ella que si la Reserva Federal continúa hablando de ponerle un tope a la Emisión Cuantitativa, eso sería suficiente para desatar el pánico que llevaría a un desplome de los mercados del sector en desarrollo, y advirtió que, sería catastrófico, si no se logra extender el límite de endeudamiento. [1]
La histeria de Lagarde fue igualada por la de Jack Lew, Secretario del Tesoro estadounidense, quien emitió una advertencia desesperada en el sitio electrónico del Departamento del Tesoro [2], donde afirma que cualquier incumplimiento desataría una crisis mucho peor que la de la Gran Recesión del 2008. Lew se pasó el jueves caminando por los corredores del Congreso para dar a conocer su ultimátum personalmente. John Boehner, vocero de la Cámara de Representantes del Congreso, organizó el jueves una reunión con la Junta de Republicanos de la Cámara de Representantes, para anunciarles a todos que no habrá incumplimiento del pago de la deuda. Según el periódico Washington Post, él informó que redactaría un proyecto de ley para extender el límite de endeudamiento, con el propósito de lograr un respaldo bipartidista, aunque eso desate una revuelta de los miembros del Partido del Té y de otros republicanos conservadores.
Un importante funcionario financiero japonés advirtió que inmediatamente después de que la canciller Angela Merkel de Alemania, termine las conversaciones con su coalición sobre la forma que tendrá su nuevo gobierno, se va a iniciar una gran crisis financiera europea.
El mismo mensaje de desesperación no muy silenciosa se lo transmitió muy directamente al Presidente Obama, la delegación de Wall Street que invadió la Casa Blanca el miércoles 2 de octubre. De acuerdo a una fuente cercana al Consejo de Seguridad Nacional, a Obama le dijeron de manera inequívoca, que la emisión cuantitativa tiene que continuar indefinidamente al nivel de los $85 mil millones dólares mensuales, sin que se hable más de reducirla. Ellos también exigieron que la Casa Blanca les asegure que no se impondrán regulaciones a la ley Dodd-Frank, y que, por encima de todo, que no se restablecerá la Ley Glass-Steagall. A pesar de que tanto Summers como Geithner, le huyeron a la posibilidad de tomar el cargo de presidente de la Reserva Federal, los bandidos de Wall Street exigieron que el Presidente nombre a alguien para que sustituya a Bernanke, en quien podamos confiar plenamente y que no vaya a provocar olas.
Esta semana, los siete bancos más grandes de Estados Unidos le presentaron a la Reserve Federal y a la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC) su "testamento vital". [3] En cada caso, los bancos juraron que incluso bajo las peores crisis financieras serían a-prueba-de-rescates, debido a enormes reservas de dinero en efectivo y de valores fáciles de liquidar que tienen en su haber. Es claro que Jack Lew y el Departamento del Tesoro no son tan optimistas. La alerta del Tesoro sobre las consecuencias de un incumplimiento del gobierno Federal, advierten que incluso una breve suspensión de pagos por parte de Estados Unidos causaría el congelamiento de los mercados de crédito, un desplome del dólar, y un repunte de las tasas de interés, todos los ingredientes de una desintegración sistémica mucho peor que la del 2008.
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